Artículo: «Todos somos Carter, because We the People»
Este post, artículo, texto u opinión iba a ser un hilo en Twitter, algo no muy extenso, sin una excelsa revisión ni formalidad. Al acabar de escribirlo me di cuenta de que me había pasado de extensión, por lo que no me parece demasiado adecuado dotarlo de ese formato inicial. Por ello, he reajustado un poco los párrafos que iban a ser cada uno de los tweets en este post.
A raíz del último inédito de Erick Hervé, «Ya No Estoy», en el que metía un juego de palabras con el último álbum de su compañero Franco Carter, me apetecía hablar sobre ese disco. En cuestión, ese wordplay era: «todos somos Carter, because we the people».
«We the People» es el título del álbum de Franco Carter, un proyecto que se publicó a mediados de 2018 a través del sello Ruanda Records. Sin ni siquiera entrar en cuán mucho me gustó o no, es sin duda uno de los álbumes a los que más vueltas le he dado en estos últimos dos/tres años y uno de esos proyectos en los que en cada escucha puedes sacarle alguna referencia de la que no te habías dado cuenta o algún matiz de cualquier índole.
Pese a no tener ni un concepto ni un discurso demasiado explícito, el disco sigue una línea musical muy bien definida y un contenido lírico coherente y con muchas lecturas, que es en lo que realmente quería enfocarme en este texto. Tengo la sensación de que, aunque sé que ha habido un considerable sector de oyentes que han sabido apreciar el proyecto, ese hecho de no ser tan explícito ni dar mascado su mensaje y estar ante un momento cultural en el que todo se consume de manera efímera, cual fast food, hace que quizás no se haya podido apreciar como es debido.
Para mí, y supongo que también para Carter, una de las principales lecturas del álbum se centra en el poder y la gente. No hay más que fijarse en el título. Pero, de este concepto tan global, se pueden extraer distintas sublecturas y reflexiones. Pese a que la visión más evidente y sencilla sobre el poder de la gente aparezca en causas revolucionaras del pueblo con un objetivo positivo, en el álbum se muestran diversas capas inferiores a estas movilizaciones sociales aún más interesantes.
El empoderamiento de cada una de las personas que constituyen la sociedad o una comunidad específica nace en el poder individual. Ese binomio entre poder e individuo aparece en una buena cantidad de situaciones, tanto en la sociedad como en el álbum, y toma su máxima expresión en un concepto muy de moda últimamente: los influencers.
Franco Carter suele utilizar referencias y ejemplos de finales del siglo XX, cuando ni siquiera se utilizaba esa palabra, pero el concepto es prácticamente el mismo. Gente empoderada por gente. Personas influyentes como actores, cantantes, deportistas, políticos... Sin gente, no hay influencer; por lo que el poder de una persona influyente reside en el poder individual de cada persona. Aquí se inicia una primera paradoja o dualidad que hace al individuo grande pero insignificante a la vez. Llegados a este punto, podemos adentrarnos en el contenido de «We the People» para ver cómo se ejemplifican estos casos en una retahíla de referencias de unión y disgregación mediante referentes de distinta naturaleza.
El corte que abre el disco es «Preach» («predicar», en español), un tema con clip donde vemos imágenes del funeral de Martin Luther King, un libro de Miguel Ángel Revilla o un cura, ya que está parcialmente grabado en una iglesia. Tres personas con influencia, cada una en su causa, con una aceptación sesgada según colectivos. Con esto se ejemplifica otra paradoja: la separación de la sociedad mediante uniones o colectivos de personas simpatizantes de ideas diversas. Aunque ya este primer tema está repleto de referencias y guiños, me gustaría destacar un par de barras que apoyan mi opinión de que, ahora mismo, Franco Carter es uno de los emcees castellanoparlantes con mejores símiles.
«Distinta camiseta, pero todos juntos
Como en el All-Star de los noventa»
En la NBA, cada año se disputa un partido entre las mayores estrellas de la competición, divididas entre dos equipos de cada conferencia: este u oeste. Hasta 2002 (si no me equivoco), los jugadores usaban sus respectivas camisetas de sus equipos y, a partir de 2003, se usan sólo dos modelos de camisetas especiales para el evento. Con este ejemplo tan visual y estiloso se sintetizan varios conceptos comentados anteriormente. Agrupaciones de gente diversa (gente realmente influyente, además) en pro de una causa, enfrentada a otro colectivo. Dos asociaciones que crean una disociación.
Si este primer tema presentaba principalmente la predicación, la suma de gente en busca de un bien, en «Parley» se acaba de exponer el concepto de la confrontación entre comunidades. La referencia en torno a la que gira el corte es el film de «The Warriors», donde una banda es inculpada de asesinar al líder de otra banda y acaban creándose guerrillas entre bandas o colectivos. Entre los dos versos de Carter hay interpolaciones de diálogos de la versión original de la película, además hay alguna referencia en alguna que otra barra. En concreto, la parte de la que se extraen más referencias es este speech:
«Si nos juntamos somos más, y más fuertes
Sixty thousand hardcore members»
En el tercer tema empezamos a ver una de las ideas que a mí personalmente me parecen más interesantes y de las que no se suelen hablar tanto. Aun así, es en el cuarto corte donde creo que se ejemplifica mejor este concepto. Estas dos canciones tienen como referente principal a Sweet Johnson y OJ Simpson, respectivamente. Dos personas influyentes, con poder, polémicas y, sobre todo, con muchas sombras en sus historiales.
El primero de estos dos tipos no es otro que el líder de la banda protagonista del GTA San Andreas. Aunque pueda parecer una referencia exótica, Carter mete con asiduidad referencias a personajes o momentos de esa saga de videojuegos. Sin ir más lejos, en este mismo disco menciona a otros personajes como Pastor Richard, Lance Vance o Big Smoke, por si algún curioso quiere indagar más en esos namedroppings.
Paréntesis: otra de las razones por las que considero a Franco Carter uno de los artistas con mejores símiles es precisamente por esta clase de referencias. Por la capacidad de extraer conceptos y símiles potentísimos cargados de ética y estética de una simple frase, evento, o un personaje ficticio de un videojuego. Pequeños detalles que pueden parecer insustanciales pero de los que se pueden exprimir conceptos e ideas.
Volviendo a Sweet Johnson, tenemos a la figura de un líder comprometido con su barrio y su gente, alguien totalmente contrario al contrabando de drogas, pero que no deja de ser el líder de una banda criminal. El tema, en el que colabora Erick Hervé, por cierto, lo abre el autor del proyecto con estas dos barras: «Me siento como se sentía Sweet Johnson / No os vamos a dejar vender en nuestro barrio». Vito Corleone vibes.
No quiero entrar mucho en detalle sobre este personaje, ya que este tipo de figura, un líder con luces, pero muchas sombras, y lo que puede llegar a representar se entiende mejor viendo el caso de OJ Simpson. Quien es, sin duda, una de las personalidades claves de este «We the People». La historia de OJ Simpson da para una buena película o hasta una serie, y aunque me gustaría resumirla, es demasiado atrayente como para dedicarle escasas palabras.
OJ Simpson fue un jugador de élite de fútbol americano, fue seleccionado en la primera ronda del draft de la NFL de 1967 y está considerado como uno de los mejores running back de la historia del deporte. Sin entrar en su palmarés, en 1973 fue elegido MVP de la competición y atleta del año, este último título por la Associated Press. En 1979 se retiró deportivamente y, en 1985, fue introducido en el hall of fame. Además de ser un exitoso deportista, OJ Simpson fue una figura realmente carismática, querida por todos, que llegó a presentar programas de televisión y tener papeles relevantes como actor en algunas películas.
En 1989 OJ empieza a tener problemas con la justicia, cuando es denunciado por violencia doméstica por su Nicole Brown, su segunda mujer. Este segundo matrimonio duró hasta 1992. Dos años, más tarde, en 1994, Nicole Brown y Ron Goldman, un amigo de su ya exmujer, fueron encontrados muertos por apuñalamiento en el apartamento de ella. El principal sospechoso fue, evidentemente, OJ Simpson, quien negó conocer nada sobre los hechos. Y aquí empieza una de las historias más mediáticas de la historia norteamericana de los noventa.
Simpson se había mostrado participativo con la policía de Los Ángeles y su investigación, hasta que se pide una orden de detención y no consiguen localizarlo. OJ Simpson está bajo búsqueda y captura. Ese mismo día, un amigo de OJ lee delante de diversos medios de comunicación nacionales una carta del fugitivo en la que se interpretan intenciones de suicidio. Unas horas más tarde, también durante ese 17 de junio de 1994, se localiza un Ford Bronco blanco conducido por Al Cowlings, amigo y excompañero de OJ en los Buffalo Bills.
La policía llama a la detención del vehículo, pero Cowlings alega que OJ Simpson se encuentra en el asiento detrás apuntándose con un revólver. Cowlings y OJ se dan a la fuga por la Interestatal 405. Comienza una persecución, no sólo policial, sino también mediática (hasta mandaron a helicópteros de la prensa) y popular (muchos seguidores de OJ lo recibían en los pasos de nivel de los cruces de la carretera animándolo con pancartas). Una auténtica bizarrada.
«Persecución televisada
Vamos ganando, pero eso no significa nada»
La persecución fue de unos cien kilómetros e interrumpió hasta la emisión de las finales de la NBA. Casi unos cien millones de estadounidenses (más de un tercio de su población en 1994), siguieron uno de los momentos más bizarros y surrealistas de la televisión norteamericana. Finalmente, OJ Simpson se entregó e ingresó a prisión bajo vigilancia, para evitar su posible suicidio. En el coche se encontró ropa, varios miles de dólares, su pasaporte, y un bigote y una barba postiza.
Poco más tarde, y en tiempo récord, se iniciaría el juicio de las dos muertes. Para su defensa, OJ se hizo con los servicios de un grandísimo equipo entre el que se incluían cuatro auténticas excelencias: un abogado experto en asesinatos, un profesor de derecho, un experto en refutar pruebas y dos expertos en pruebas de ADN. La prensa los bautizó como «el dream team». Como se puede ir apreciando, esto se estaba convirtiendo en un show mediático. Sobre el juicio podréis encontrar montones de artículos, documentales y demás, pero para no extendernos más de la cuenta, procuraré ir al grano.
Eran muchas las evidencias contra Simpson, una de las pocas pruebas que podían probar su inocencia aparece en el clip del cuarto tema del disco. Los guantes que se encontraron en la escena del crimen no eran de la talla de OJ, quien se los probó en un juicio televisado que fue seguido por más de la mitad de la población estadounidense (más de 130 millones de personas). A pesar de esa prueba, que aun siendo significante, ya que recaló entre la sociedad norteamericana por lo visual que llegó a ser, su defensa se basó principalmente en un fraude policial racializado.
El dream team estaba incialmente liderado Robert Shapiro, quien fue luego sustituido por Johnnie Cochran, con quien la comunidad afroamericana simpatizó rápidamente. Esto pudo ser fundamental, ya que, como veremos, la defensa se centró en los problemas raciales de la sociedad americana. Él fue quien dejó una de las frases más icónicas del juicio, una frase que también cita Franco Carter en otro de los temas del disco:
«[…] it makes no sense, it doesn’t fit. If it doesn’t fit, you must acquit».
Siguiendo con la defensa, se consiguió demostrar que los métodos utilizados para tratar las muestras de ADN que coincidían con el de OJ no eran fiables y podían haberse contaminado (después de este juicio, por cierto, se cambió la metodología con la que tratar este tipo de pruebas). Además, se acusó a un detective de ser racista y haber colocado pruebas incriminatorias contra Simpson. Este negó ser racista, pero, gracias a unas grabaciones de audio, la defensa pudo dejarlo en evidencia delante de millones de estadounidenses, algo que le hizo perder cierta credibilidad.
El caso de OJ Simpson se había convertido en una lucha racial. La mayoría de sus defensores eran afroamericanos, mientras que los caucásicos americanos creían que era culpable. Es posible que mucha gente que apoyaba a OJ ni siquiera estuviese convencida de su inocencia y simplemente lo hiciese como símbolo de venganza racial. Cualquier persona negra era conocedora de los abusos policiales y corrupciones que había sufrido su comunidad. Más concretamente, en California, había habido recientes casos que no se resolvieron con justicia. El de Rodney King, en 1992, es el ejemplo más claro.
El jurado popular tenía presencia mayoritaria femenina, pero, a pesar de su historial de violencia machista, las mujeres negras del jurado popular votaron a favor de la no culpabilidad de OJ Simpson. Finalmente, el 3 de octubre de 1995 se pronunció el veredicto del juicio, que fue: «no culpable», las dos palabras que dan título a este cuarto tema del disco. En la calle, aglomeraciones de personas celebraban o lamentaban el veredicto, como si se tratase del último partido de unas finales de la Super Bowl.
Es posible que OJ fuera culpable, pero lo que había en juego en ese juicio era más grande que la libertad de un hombre. El juicio se convirtió en un gran símbolo de lucha entre razas que representó la gran venganza afroamericana. De hecho, veinte años después del veredicto, en 2015, se realizaron estudios sobre lo que pensaban ahora tanto blancos como negros. Ambas razas creían veinte años después que OJ Simpson era culpable. Aquí podéis ver una evolución sobre la opinión del caso:
En 1997 fue declarado culpable de las dos muertes por un jurado civil de Santa Mónica (en California) y estuvo envuelto en algún que otro escándalo de orden menor. OJ Simpson también fue protagonista de algunos momentos excéntricos y mediáticos. En 2007 publicó un libro titulado «If I Dit It» donde narraba cómo hubiese matado a su exesposa y su amigo si lo hubiese hecho. Más cositas: en este vídeo tenéis un par de momentos del rollo, entre los que se incluyen unas imágenes bromeando con apuñalar a una presentadora de la BBC con un plátano mientras canta la canción de «Psicosis».
Con figuras como la de Sweet Johnson o OJ Simpson, por ejemplo, se ejemplifica un poder que, como ocurre con la gente, no siempre es puro y es fácilmente corrompible. Ese poder, que viene dado por ideales o una simple simpatía a algo o alguien y que se conforma en una comunidad, lo acaba representando una simple persona, alguien que no siempre es el mejor responsable acarrear toda esa representación.
Con el caso de OJ Simpson se pueden ver esos tres conceptos que se repiten en «We the People»:
1) la lucha de una comunidad, liderada por una persona influyente, por un bien
2) la confrontación entre comunidades
3) el peligro de la representación de una comunidad a través de una líder
Quedan más temas de los que hablar, pero estos tres (o cuatro contando la tercera pista) creo que sirven para presentar estos tres conceptos del párrafo anterior. Antes de cerrar con el contenido del disco, mencionar únicamente que está producido íntegramente por el propio Carter y que, además de la collabo de Hervé, también aparece Dheformer Galinier. Más allá de los ocho cortes que forman el proyecto, hay un sinfín de referencias interesantes e ingeniosas dignas de ser mencionadas, pero creo que ya me he extendido suficiente.
Como comentaba al principio, este disco no es un disco que se cierre a tratar ciertas temáticas explícitamente o sermoneando, no tiene un discurso político, ni una intencionalidad forzada, ni tampoco busca exponer unas ideas de manera evidente. Como suele hacer, Franco Carter se apoya en excentricidades, momentos icónicos, llamativos y glamorosos para desarrollar sus raps, pero, en este caso, durante el proyecto, mantiene una coherencia y cohesión de la que se pueden extraer conclusiones, pensamientos o reflexiones como estas.
Al principio de este texto comentaba también las muchas vueltas que le he dado al disco y la cuantiosa cantidad de información, datos y referencias que he sacado. Si no conocías el disco y has llegado hasta aquí, te animo a que le des no una, sino varias escuchas, ya que atesora verdaderas joyas que no se pueden apreciar con una simple escucha. Lo que lo convierte, para mí, en un disco de culto. Todas las letras del álbum, verificadas por el propio Franco Carter, están disponibles en nuestra base de datos, así que no hay excusa para indagar en ellas.
Para cerrar esto, cito las últimas barras del disco, que, de alguna manera, también sintetizan algunos de los conceptos que he destacado:
«Unificando esto hacia un mismo frente
Quitado de en medio por mi propia gente
No pueden romperme
Poniendo paz como Rasheed Wallace contra Pacers»
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