Elegidos por VP: Mejores Discos Nacionales del 2019 (Sin Orden)

2019. Entre las preferencias de la industria musical, la nueva generación, los nativos digitales, se sitúan hoy más alto que nunca. Para facilitar esta transición, se amasó el término «música urbana» hace años, un rancio detox donde medios y profesionales batieron un sinfín de géneros distintos para que tuvieran el mismo sabor, más simple de paladear, más fácil de digerir y más grato de consumir. Este grupo social, de mente táctil y veleidoso carácter, es la diana, el «target» por antonomasia de los mandamases de la industria.

Donde antes se elegía a un rapero con imagen de tipo duro, de calle, ahora prima el influencer, capaz de generar canales hasta seguidores por sí solo, lo que se retroalimenta con ser un artista más vistoso, que no es duro, ni de calle (salvo cuando tiene que serlo), pero sí más guay y accesible. El sello deja paso a la monetización, la publicidad a la viralización, la imagen a la ultraexposición. El márketing de la música (el producto) se expande casi por contagio, poblando redes sociales y otras lengüinas catervas. Donde el rap se ramificó para llegar a distintos segmentos, se ha democratizado para popularizarse para establecerse, y ha terminado por capitalizarse para mantenerse.

Visto así, con una perspectiva más romántica, el panorama podría profetizarse como el apocalipsis en ciernes, pero nada más lejos. El hip-hop tiene la suerte de nacer como una cultura multidisciplinar rica, adaptativa y creciente. Y así sigue siendo.

Por eso hemos podido elegir una lista con los que consideramos los mejores discos patrios del año, ordenados de manera alfabética, comprendiendo todos los elementos que conforman un álbum, atendiendo cada vez menos a la duración y más al desarrollo del concepto que encierra, esencial para diferenciarlo de un mero recopilatorio de singles.

Trece

Erick Hervé & Yeke Boy - «Báltico»

La Dupla del Este, más conocida como MoM, o Erick Hervé y Yeke Boy, volvió a dejarnos con una referencia discográfica tras dos años en los que inundaron las redes de singles y audiovisuales. Hacer fácil lo difícil; el don de hacerlo todo más sencillo. Sin alardes ni excentricidades, sin buscar los ritmos más chocantes ni las estructuras rítmicas más complejas, Erick Hervé vuelve a reafirmarse como uno de los emcees más cargados de barras y sentido crítico y común.

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Monaly & Waahiid - «Booty Call»

Probablemente el trabajo que más por alto se haya podido pasar de este top. A principios de año, el canario Monaly nos dejó con un breve pero jugosísimo epé en el que, a lo largo de cinco temas, nos narra una relación amorosa fugaz bajo cinco ritmos de Waahiid en los que rehuye de los reiterados relatos amorosos. Pese a que ya hubiésemos podido escuchar los ritmos del trabajo previamente, su precisa elección y la estilosa desembocadura de influencias del canario, hacen de «Booty Call» uno de los proyectos con más gusto del año.

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Juaninacka & Frainstrumentos - «Caballo Negro»

El último disco de uno de los emcees más longevos del país, Juaninacka, exprime y busca perfeccionar uno de los estilos que más marcó en la escena hip hop andaluza. En esta ocasión, el de Coria nos deja con trece tracks con una gran predominación de colaboraciones latinoamericanas que, junto al productor íntegro del proyecto, el chileno Frainstrumentos, se adaptan apropiadamente al clásico estilo y liricismo de Juani.

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SD Kong - «Code Name Bang»

Poniéndose en el papel de un viejo espía infiltrado con sus idas y venidas, el cincuenta por ciento de Natural Spittaz, SD Kong, se rodea de un exquisito elenco de colaboradores tanto vocales como en las producciones musicales para dejarnos con su álbum debut en solitario. Pasando por Manu Beats o C.Spaulding hasta Tha God Fahim o Camouflage Monk, «Code Name Bang» ha sabido capturar y construir a la perfección un elepé con el sonido y atmósfera del mejor hip hop underground americano actual.

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Dano - «Istmo»

Si tuviésemos que escoger el álbum en el que más coincidieran crítica y público, sin duda, «Istmo» de Dano sería el principal candidato para llevarse tal reconocimiento. La cabeza de Ziontifik lleva alrededor de una década siendo el artista más completo de hip hop nacional. Haciéndose amo y señor de su obra, puliendo sus sílabas y ritmos con su particular enfoque cinematográfico, el hispano-argentino ha sabido contentar a los oyentes modernos y clásicos, a los que este año por fin ha podido brindarles su ansiado segundo álbum en solitario.

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Delaossa & J.Moods - «Un Perro Andaluz»

Como la obra de Buñuel, Delaossa invita al surrealismo en su disco debut. Su álbum celebra el refugio creativo que otorgan los sueños y la obcecación en conseguirlos. Su chulería nace siempre de su buen hacer y su trabajo para hacerlos realidad, sin rehuír de las pesadillas que le apartan de ellos; ambas caras de la misma moneda quedan en sus letras, teniendo la orquesta de uno de los beatmakers revelación de los últimos años como es J.Moods, artífice de una cohesión. Dos artistas que dejan para la memoria el que ha sido el año de consagración del colectivo Space Hammurabi, posiblemente la agrupación musical con más relevancia en la escena nacional de este año.

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ILL Pekeño - «San Cucufato»

Una de las esperanzas para los amantes del rap clásico noventero reside en Madrid y la la aviva la gente de MG Knowledge. Desde ese colectivo, este año nos dejaron con el álbum debut de ILL Pekeño: «San Cucufato», un EP producido principalmente por el colombiano Eddy Mugre que rezuma esencia noventera con vivencias, disciplina e ideales de barrio acompañadas de el círculo más cercano del joven madrileño.

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Surekid - «Shinobi - Enter the Lo-Fi»

Con cierto paralelismo al «Code Name Bang» de SD Kong, el emcee y productor de D·Mindz Surekid se encarna en el clásico ninja de Sega para firmar el mejor disco de boom bap oscuro del año. Si bien decíamos que Kong había conseguido el sonido del hip hop underground contemporáneo, Surekid, con «Shinobi - Enter the Lo-Fi» y su evolución en el beatmaking vintage, atrapa el sonido del hip hop underground noventero de estudios caseros, sucio y oscuro, con el suficiente acierto para hacer que se le pueda considerar uno de los productores punteros de boom bap a nivel nacional.

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Miguel Grimaldo - «Trip Ass»

Fiel a sí mismo, uno de los componentes más activos de Urano Players, Miguel Grimaldo, en su tercer álbum en solitario y sin ningún tipo de colaboración más allá del apartado gráfico, nos deja con un intenso y crudo viaje por su vida y estatus social. Un viaje en el que vuelve a mostrar su característica actitud rap-punky, envuelta de referencias y consciencia social y sonidos ácidos y electrónicos en la mejor propuesta alternativa del año para nosotros.

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Dheformer Galinier & Ciclo - «La Viña 2004»

Como un gol de penalti en el minuto noventa, uno de los trabajos más emocionantes del año. El gaditano Dheformer vuelve a conjugar todos los símbolos de su ubérrima mitología para unirlos a su barrio, a su gente y a su historia, en unas letras que encomian el orgullo de barrio, el aprendizaje, la humildad, el sentimiento de pertenencia que enuncia el fútbol, y otras tantas expresiones de sabiduría popular a las que José Galinier dota de una afilada perspectiva filosófica. Todo ello, por supuesto, bajo una banda sonora de Ciclo más minimalista que en su primer trabajo conjunto, que ayuda a condensar el dolor y pureza de Dheformer en un epé que, cargado de mensaje y aforismos, no requiere una mayor duración. Simplemente illmático.

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