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Publicado el 22 de diciembre de 2013 @ 17:50
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9.2

Sólo Los Solo
Todo El Mundo Lo Sabe (2005)

Todo el mundo lo sabe es el último disco de  Sólo Los Solo. Fue lanzado en 2005, cuatro años antes de la separación del grupo. La última demostración de superioridad que dejaron Griffi y Juan Solo en combinación. La traca final.   En el proceso de creación de este trabajo, la talentosa pareja disfrutó de la libertad ofrecida por la posesión de un estudio propio: Strictly Jabugo, que ya había sido utilizado para grabar el magistral Vidalogía de Tremendo. Y precisamente una grata sensación de libertad es lo que transmite Todo el mundo lo sabe. Este tercer LP es más directo que los anteriores. Despreocupado, vital, luminoso, abiertamente fiestero. Griffi se corona de nuevo, haciendo gala de una destreza insultante para crear hits rellenos de variedad musical. Sintes gordísimos junto a samples de toda índole y scratcheos dinámicos dan lugar a una pegada bestial. Genialidad a raudales.   Juan Solo ha alcanzado una plácida madurez. Sigue siendo el mismo MC prodigioso, pero más tranquilo, más irónico, más seguro si cabe. Se presenta con el flow bien pulido y los principios intactos. Disfraza con simpleza profundas sentencias, domina cualquier ritmo. Las colaboraciones son de alta gama, todas de personajes conocidos en el mundillo. Nadie desentona. El diseño del disco plasma bien la esencia del conjunto de canciones. Cálido, visual, sin poses forzadas. Un detallazo el incluir breves explicaciones de los componentes del grupo sobre la elaboración de cada track, desvelando interesantes detalles que han sido de gran utilidad para esta reseña. Un LP descomunal que se vive intensamente.   Lo quieras o no quieras, tus pies se mueven al ritmo y te arrastran hasta la inauguración de una fiesta de enormes dimensiones. El hype man de lujo Bass Basilio presenta el evento recostado en las notas de un beat griffesco que augura algo extraordinario. Juan Solo aparece de entre los scratches. Se coloca junto a sus secuaces y comienza a rimar con la templanza del veterano. Esto es Algo más.   El sarao ha arrancado. Súbelo. Aún estamos en fase de calentamiento y el derroche de estilo ya es considerable. Juan avisa: “¿no te gusta bailar? Nada nuevo. Aquí vas a hacerlo hasta que se te desencaje un huevo”. Raperazos despegan el codo de la barra y abandonan el recinto disimuladamente. El MC da muestras de ser un tipo seguro de sí mismo, desacomplejado, con claridad de ideas y poco dado al sermoneo: “el miedo deja tara (…) podría ponerme en plan padre, y deciros cómo tenéis que ser, a pesar de equivocarme (…) hago que lo que sea, sea bienvenido, sin preguntar el cómo o el por qué ha sido”. Un sencillo estribillo deletreado se cuela entre frase y frase. El DJ lo cubre todo con una atmosfera jamaicana repleta de elegantes parones, y a través de sus platos invoca a reconocibles rappas.   Te sobresalta un estallido de voz y de seguido comienza a sonar el beat más gordo que hayan conocido nunca tus órganos auditivos. Alzas la vista hacia el escenario: Juan tiene ahora aspecto de un joven B-boy ochentero. Dice haber inventado el rap en español, y que su disco debería valer veinte millones de pavos. Pero sobre todo se declara enamorado de su maestro, el Hip Hop:“bailaba break cuando tu hermano mayor con el caballo jugaba (…) tantas cosascomo podamos ser, todo lo que no sé, me hace crecer”.   Ha llegado el momento. No te queda otra: Baila o te mato. Te cuesta mover cualquier cosa que no sea el cuello, pero el speaker te va convenciendo a base de burlas (“eres arrítmico, qué esperabas) y lecciones históricas (“se ha bailado por los siglos, a ver si lo pillas. Se ha bailado por la paz, por la lluvia o por la vida”). Griffi se contonea suavemente mientras hace malabares con dos samples.   El siguiente track está dotado de una base de comienzo tranquilo y arranque demoledor. El Hábil y Suave toca la guitarra española de manera estrambótica, Juan fluye sobre ella virtuosamente. El de Rubí resalta la importancia de la óptica, delPrisma. La manera de enfocar es la clave. Sabe moverse tanto en el ying como en el yang, puede adaptarse al frío o al calor. Lucha por su independencia en un mundo esclavizado por Don Dinero. Un gilipollas ha subido al tablado y ha empezado a comerle la oreja al maestro de ceremonias: “no sales por la tele. Tampoco por la radio. ¿Cuántos discos vendes?”. Juan Solo suelta una serie de contundentes “estoy donde quiero” sin mirarle a la cara siquiera, hasta que el intruso se larga.   Otro tipo hace aparición en el escenario, pero éste no es un intruso. Es un distinguido invitado llamado Tremendo. Maneja una atractiva labia que ridiculiza al ansioso de poder: “dos moscas se pelean por una mierda, no comerá mierda de las dos la que pierda”; y da un tirón de orejas a la población aletargada: “si cada vez que nos joden saliéramos a la calle, como los astilleros, sería la guerra. Pero es mejor quedarte viendo la tele en el sofá, ellos te retienen, y tú te tragas lo que dan”. Juan Solo narra lo observado en una noche turbia de mamadas en la esquina y mucha droga: “he visto dar las botas por medio gramo y seguir la fiesta descalzo, como si fuera temprano”. Griffi hace el resto, tejiendo una telaraña de sonidos exquisita. Este espectacular número se llama Almas al desnudo.   El show echa chispas y aprovecha para reposar unos segundos mediante Chicha. A continuación el espíritu de Los Chichos aumenta la temperatura de la sala: Todo el mundo lo sabe. Tus caderas se someten al bajo burlón. Y cuando piensas que nada puede superar al freshquísimo estribillo, un crecido Juan Solo comienza a escupir:“partículas, moléculas, me siento grande como una gota de agua sobre una célula”. Quieres ser como este estiloso y astuto hijoputa: “libera tu mente y tu culo la seguirá, si eres capaz de recapacitar, otro día te servirá”.   Te sorprendes al ver que Griffi saca una pandereta de plástico. La toca con desparpajo. Junto al sonido de la misma van surgiendo otros progresivamente, hasta crear un ambiente espacial. Shotta es la segunda voz esta vez. Rock on da mic. Al sevillano se le nota resuelto, está en el momento más fresco de su carrera. Se alterna con el tito Juan, que sigue siendo el objetivo principal de todas las miradas. Buena dupla cachorro- perro viejo.   La masa de gente te encierra cada vez más. El aforo está a reventar. Escuchas el gran barullo venido de la entrada, repleta de personas intentando pasar a la fuerza. Los Solo se conjuran al ritmo tropical para acabar con la molesta situación: “¡pa’ fuera, pa’ la calle! Eh, hijoputas, que aquí no cabe nadie. Y es que las casposas sesiones de discoteca no se pueden comparar a lo que estáis viviendo los afortunados asistentes: “la música en el club es una puta mierda. Aquí te ponen buena, no pinchan super-hits, el DJ no está en venta”.   Finalmente la cosa se relaja. Es hora del remix de El chico del 9. Pepinón instrumental, brilla igual o incluso más que su versión antecesora. De la boca de Juan salen imágenes que te son muy familiares, está creando el momento de mayor conexión emocional con el respetable: “donde nadie se ha hecho millonario trabajando, que yo conozca por aquí, todos van tirando. Todo sigue igual, políticos cambian de color, como el agua de la riera, pero nada más. Escaparates mueven deseos vanos, no hay mucho dinero, y dura menos en las manos”. Te sientes reflejado casi en cada rima: “la plaza, el sol, nuestro asiento. Comentando las jugadas que estén ocurriendo”. Sus críticas van dirigidas a los mismos elementos que las tuyas: “jugamos con los codos, abrimos hueco, igual que polis te calientan y luego se hacen los suecos (…) te dicen `no te drogues, haz deporte´ poned más pistas gratis, y ofreced soporte”. Este tío sabe cómo plasmar la realidad certeramente, es un auténtico comunicador.   Estalla el soul: PudisteQuiroga se marca un estribillo cantado que resume la temática del corte: “siempre estás igual, pudiste. Culpas siempre a los demás, aprende a ver la realidad”. Collejón a los quejicas. Tote King rapea junto a su MC favorito por segunda vez en su carrera, y para esta ocasión escoge una hoja de su libreta con instantes graciosillos pero que no es capaz de huir de la alargadísima sombra que proyecta Juan.   Una caja de extrema dureza comienza a golpearte sin piedad. Un bombo obeso colabora con ella. Se unen a la faena unas guitarras, un bajo funkarra y unos coros soulero- celestiales, entre otros. Pese a sus diferencias, todos trabajan a la perfección colectivamente. La batuta de Griffi es una varita mágica. La paliza te sabe a gloria. Plomo puro, sonido Del Palo a más no poder. Mientras, Juan Solo escupe con furia calculada, el estado de flujo inunda su mente. Roza el éxtasis levitando en los scratches de su compi, reinventando a través de su nombre el mítico momento deSaul Williams recitando Amethyst Rock en Slam. De “ooone, ooone, oone” a“Juaan, Juaaan, Juaan”.   La irrupción de una delgada figura provoca la locura. No creo… ¡Es Mucho Muchacho! El beat pone todos los culos en movimiento, Juan completa otra remarcable actuación y la leyenda de El Prat dispara carisma en todas las direcciones: “estoy más bueno que Penélope en Blow (…) si de pequeño era flamante es porque desde que soy pequeño, miraba hacia delante”.   Dentro de unos años disfrutarás de Chacho Brodas, pero todavía no lo sabes. Ahora mismo Griffi se dedica a crear misterio en torno al proyecto, encendiendo la curiosidad de los seguidores mediante pequeñas muestras, como Trabajando.Aqeel controla la relajante base.   Akay Lama tira de Rhodes para formar la tranquila pero vigorosa instrumental deV.P.R.R.P.V. El ambiente se ha vuelto íntimo, todo el mundo escucha con atención. Cierras los ojos, respiras hondo y sientes la música. Las pausas son perfectas. Juan te habla de su hija, de su mujer. Agradece tu presencia, tu apoyo. Su discurso te resulta sincero, natural: “no suelo seguir pautas (…) no necesito más: música y cariño. Soy un tipo sencillo, no me pierde el brillo”.   Ritmazo marciano para la despedida. Ponlo ahí arriba. Shout out para todo dios: colaboradores, familia, paisanos. Te quedas aplaudiendo hasta quedarte solo. Te echa el conserje. Te duelen las palmas. Todo el cuerpo, en realidad. No acabas de adaptarte a la calma que te rodea, tienes ganas de más party. Te sientas a esperar al siguiente show de esos cabrones. Desconoces que acabas de vivir su última función.